César González: “Diagnóstico Esperanza es cine villero sin estereotipos ni representación bizarra”

Desde que salió de la cárcel, hace tres años, edita la Revista ¿Todo Piola? y acaba de estrenar su primer largometraje Diagnóstico Esperanza. Su objetivo es darle la voz a la gente de las villas para que cuenten sus historias sin intermediarios.

“Hace tres años que salí de la cárcel y desde que estaba preso hago la Revista ¿Todo Piola?, donde escriben pibes y pibas de diferentes barrios y donde hay un mensaje en el que se reivindica la cultura villera, en el que la villa se expresa sin intermediarios”, comienza contando César González, antes conocido como Camilo Blajaquis, quien estrenó su primer largometraje “Diagnóstico Esperanza”, al que describe como “cine villero sin estereotipos ni representación bizarra”.

César tiene 24 años y ya editó dos libros de poemas, dirige la revista desde que estaba preso y que ya tiene 16 publicaciones hasta la fecha, condujo un programa en Canal Encuentro y pasó por las aulas de Letras en la UBA. Tuvo una vida que no puede describirse como “fácil”. Nació en el seno de una familia de extrema pobreza en la Villa Carlos Gardel, en la localidad de Morón y es el mayor de ocho hermanos, con un padre alcohólico y una mamá que lo tuvo a sus 16 años. Con 19 años, después de siete de haber empezado a delinquir, César fue trasladado al penal de Ezeiza y, finalmente, al de Marcos Paz, teniendo que cumplir con una condena de 5 años como cómplice de un secuestro extorsivo a un empresario brasilero.

Desde Enero de 2010 se encuentra en libertad. “Desde que salí, empecé a construir un camino de estudio del cine y todo lo que tiene que ver con las técnicas audiovisuales; la teoría y las diferentes corrientes que hubo a lo largo de la historia del cine”, narra César quien estrenó su película -que escribió y dirigió- el 18 de julio y luego de más de un mes, sigue en cartel. ¿De qué se trata Diagnóstico Esperanza? César lo cuenta así: “La película habla sobre el capitalismo y el consumismo en el mundo de hoy. Hay diferentes historias y personajes, no hay un protagonista. El protagonismo es eso que atraviesa a todos los personajes, que son de diferentes clases sociales; hay un núcleo fuerte de personajes que son de la villa, de mi barrio Carlos Gardel, de Fuerte Apache y de Ciudad Oculta, que son pibes de acá y no son actores, son como yo.”

Con respecto al modo en el que aparece la villa y los protagonistas de la película, su guionista y director, explica: “No hay culpables ni inocentes. No victimizo a la villa ni tampoco le doy impunidad; tampoco hago eso con la clase media, no la culpo por todos los males, pero le pido que se haga cargo de todas sus miserias”, y agrega: “La parte más importante de la película es la parte humana. Pibes de la villa con un montón de historias, de sufrimiento y de dolor; no devolvemos resentimiento, sino que estamos haciendo arte de calidad y profundo, y realmente originario, autóctono y autónomo de la villa, que es lo fundamental”.

Como si todo lo demás no fuera suficiente, César además produjo, filmó y editó la película él solo, sin ayuda de grandes o pequeñas productoras, ni tampoco del Estado: “Si tenía que ponerme a esperar financiamiento para realizar la película, no sé cuántos años iba a estar esperando. Entonces, conseguí la cámara y la computadora que necesitaba para filmar y editar con calidad full HD y todos los chicos se sumaron a voluntad, no hubo plata y salió la obra. La filmé y la edité yo. La salí a filmar sin esperar y sin pedir permiso”. Recién ahí fue cuando solicitó ayuda, ya que la distribución en las salas de cine es algo bastante más difícil de conseguir y César no quería que su película quedara relegada del circuito comercial: “Una vez que la terminé salí a pedir y tratar de conseguir, por lo menos, poder proyectarla, que ahí sí apareció el INCAA que me ofreció esa posibilidad de proyectarla en su cine” (N. de la R.: se refiere al Cine Gaumont).

Hay que empezar a equilibrar la historia. La historia dice que han pasado años y décadas y no hubo lugar para los villeros ni para los pueblos originarios y de a poquito tiene que empezar a haber lugar. Que los villeros seamos los compositores de las ideas, que no haya intermediarios, que nadie nos tenga que escribir la idea, ni un discurso. Que nos dejen decir lo que queramos. Puede gustar o no, pero déjennos decir lo que queremos, así como la clase media tuvo y sigue teniendo el 99% de los espacios para hacer arte y decir lo que quiera”, concluye César González (en Twitter @poetavillero [actualizado en 2019: @cesargonzaleztw]), dejando una reflexión para lo que podría ser el comienzo de un nuevo ciclo.

Nota publicada en 2013 en Revista Extensión de la Secretaría de Cultura y Extensión Universitaria de la Universidad Tecnológica Nacional, Facultad Regional Avellaneda.